jueves, 7 de abril de 2016

CONÓCETE A TI MISMO


El templo dedicado al dios Amon-Ra en el antiguo Egipto, tenía dos niveles: un templo externo en el que los iniciados podían entrar,  y otro interior al que se accedía solamente cuando se alcanzaba al Conocimiento (la gnosis).  En el templo externo estaba un escrito que decía “El cuerpo es la casa de Dios”;  en el templo interior, decía: “Hombre conócete a ti mismo… y conocerás a los dioses”.

El maestro Gurdjieff enseñaba que no basta con conocerse, sino que además uno debía estudiarse a sí mismo. Y estudiarse en este contexto significa observarse, verse;  no analizarse, verse nada más. Luego otros maestros agregaron que con la consciencia del Sí mismo, se accede  a la comprensión de los grandes enigmas que esconde el universo, y  a través de esta hermenéutica del sujeto, sabemos lo que somos, lo cual no es otra cosa que  un microcosmos que replica al macrocosmos; o, dicho de la manera hermética, así como es arriba, así también es abajo; cielo y tierra, ying y yang.

Si bien el hombre es un ser en permanente aprendizaje y crecimiento, ¿hasta qué punto el conocerse desde la mente no implica más que una misión imposible?,  y  no faltará alguien que diga que al final de cuentas qué importa nuestra ignorancia si para vivir lo que hace falta es la fe que mueve la montaña,  independientemente que seamos ciegos ante nuestra destino;  o si  para “vivir” más bien es preferible una ignorancia tranquila que un conocer peligroso y arriesgado.
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Por esta razón, comienzo a creer,  que de lo que se trata no es sólo de conocerse, sino de estudiarse o mejor aún, reconocerse.  Se trata no de ser un erudito del Sí mismo, sino de saber quien soy yo para comprender el Universo y a Dios, pero este comprender no es intelectual, tiene que ser sentido, experimentado. Porque el conocer se hace  limitado cuando depende del intelecto, es decir de la mente.  La mente sólo interpreta  y distorsiona lo percibido por nuestros sentidos.

El  conocimiento de la mente  es parcial y relativo.  En cambio, con la comprensión profunda desde la Conciencia nos damos cuenta de la no dualidad de lo Real, entendiendo por no dualidad la no identificación con el cuerpo o la mente.  Al conectarnos con la Conciencia  Absoluta, mediante la meditación y el silencio de la mente estaremos en disposición de acceder a la Sabiduría que es la Fuente del Ser.  Tal como nos lo vienen diciendo desde hace miles de años los antiguos maestros de la tradición Vedanta,  La Conciencia, lo que somos en realidad,  es el Testigo, es la Presencia consciente  del Sí mismo: es  la Sabiduría Interior; es el Yo Soy como espíritu infinito y eterno.

Ernesto Sánchez




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