martes, 5 de junio de 2018

Jean Klein ― Preguntas y Respuestas

De un Diálogo con Jean Klein California, 1986
Jean Klein
¿Cuál es la forma más adecuada de terminar con los hábitos?
Ve primero que tu forma ordinaria de actuar consiste en repetir una serie de hábitos. Esta visión no debe consistir en un análisis intelectual. Es la percepción clara de que el mecanismo del hábito procede de la memoria. Ve, por ejemplo, cómo todas las situaciones que surgen son inmediatamente aprehendidas por un sujeto que interpreta, juzga, compara, etc. Te identificas con este sujeto. Pero este sujeto es sólo un hábito, una forma de pensar. Cuando ves este hábito principal, original, estás fuera del dominio de todos los demás hábitos. No ves ya la vida desde un punto de vista determinado, sino desde su totalidad. Cualquier otro medio superficial para tratar de acabar con los hábitos sólo refuerza el hábito original.
Cuando proyectas los hábitos no estás abierto a la vida. La vida se presenta en constante variación en ti. Cuando veas que la vida no se repite nunca, abandonarás automáticamente la proyección de esquemas de seguridad, que es lo que todos los hábitos son. Estarás abierto a todo lo que la vida ofrece. Cuando la vida es directamente referida a tu vacuidad de toda representación, a tu totalidad, hay comprensión correcta de cada situación.
¿No hay determinados hábitos que están relacionados con nuestra supervivencia biológica, por ejemplo, comer, dormir y hacer ejercicio a unas horas determinadas?
Sentir el ritmo de nuestro cuerpo no es lo mismo que tener un hábito. El organismo tiende a mantenerse en ritmo orgánico con el universo. La supervivencia biológica está dentro del universo, pero el hábito está referido a la supervivencia psicológica.
¿No está relacionada también la personalidad con la supervivencia biológica?
Traes contigo al mundo ciertas características que caen dentro del dominio de la supervivencia biológica en esta existencia. Pero lo que llamamos personalidad es algo que se adquiere muy tempranamente en esta vida. Es una acumulación de experiencias e informaciones nacidas de tu interacción con la sociedad. Somos el resultado de nuestras circunstancias. Hemos creído lo que se nos ha dicho, cristalizándolo e identificándonos con ello. Pero la aparente continuidad de la personalidad es sólo memoria reforzada por la sociedad.
Observa que la personalidad puede ser percibida como cualquier otra cosa. El que percibe es tu totalidad, la conciencia. La personalidad es sólo una parte de lo que realmente somos. Una parte sólo puede tener una visión parcial, nunca puede ser armónica. Toda acción que procede de un punto de vista parcial es una reacción. Desde el momento en que adviertes este mecanismo, desde el momento en que eres el que ve esta personalidad, estás fuera del proceso. Olvida todo lo que has leído o escuchado sobre la totalidad. Todo es mistificación. No tengas representaciones. Sé científico. Ve simplemente cómo funciona la vida. Cuando estás fuera del proceso, estás abierto a la totalidad. Esto no es una experiencia, puesto que no hay nadie que experimente y, por lo tanto, nada que esté objetivado en una experiencia. Es una no-experiencia, un no-estado, porque está libre de toda relación sujeto-objeto. Es simplemente estar presente. Cuando el yo es abandonado, eres tomado por esa presencia. No es un proceso de la voluntad. Es gracia.
¿Cómo funciona la personalidad en esa totalidad?
No está ya tensa, rígida, sino que se adapta al momento. Una vez que la situación ha terminado, tu personalidad desaparece de nuevo en la no-representación, en su morada original. La personalidad funciona, pero ya no es algo personal.
Pero la memoria es necesaria en muchas circunstancias de la vida. Necesitamos saber que esto es una mesa sin tener que mirar primero las cuatro patas, sin tener que mirarla por arriba y por abajo como haría un niño. ¡Necesitamos conocer al tigre por su rabo!
Eso es memoria funcional, conceptualización. La conceptualización es una herramienta en el plano de la supervivencia biológica, pero vivimos demasiado en el concepto y no lo suficiente en la percepción. La conceptualización se ha convertido en un hábito dominante. Hay una especie de pereza de los sentidos. Cuando vives en tu totalidad el cuerpo entero despierta y participa. Hueles una rosa y la sensación es completamente nueva. No está reducida al órgano físico sino que aparece referida a la sensación global. Tocas un gato y es como si lo tocaras por primera vez, pues no hay intervención de la memoria. Cada percepción es un nuevo nacimiento porque la conciencia y su objeto son uno con el tacto, con el olfato o con la audición.
Cuando vives en el concepto, la sensitividad de todos los órganos se atrofia. Cuando vives en la totalidad, la conceptualización juega un papel mucho más secundario.
Me siento feliz de estar con vosotros. Es sólo en ausencia del «yo» y el «tú» cuando hay verdadero encuentro. Me explicaré. Encontrarse, estar juntos, es amor. El «yo» y el «tú» son superposiciones, conceptos, identificaciones con el cuerpo y la mente. Cuando comprendéis que no sois el cuerpo, los sentidos y la mente, que no sois el agente, el pensador, os abrís a una nueva dimensión del vivir, un mundo no equipado de objetos y conceptos. En la relación de objeto a objeto, de personalidad a personalidad, no hay amor, no hay comprensión. Hay sólo necesidad, exigencia. Estar juntos, libres de toda representación de un «yo» y un «tú», es gratuidad, ofrenda.
 
¿Por qué estamos siempre pidiendo algo?
Cuando te consideras a ti mismo una entidad personal, vives en la restricción. En esta restricción hay inseguridad. En esta inseguridad sientes la necesidad de una constante demanda, de una constante búsqueda. En la sociedad en que vivimos no hay más que demanda. Incluso la aparente ofrenda es una exigencia.
¿Cuál es la verdadera forma de dar?
Cuando no hay nadie que dé, hay donación real. Nuestra naturaleza es ofrenda, acción de compartir. El verdadero don surge del profundo agradecimiento de estar vivo, de ser.
¿Cómo puedo acabar con los condicionamientos de la mente basados en experiencias anteriores? ¿Cómo puedo mantenerme en el presente?
En tanto haya un reflejo de considerarte a ti mismo como centro, como persona, vivirás en la mente. La persona no es más que memoria. La memoria mantiene la idea de ser persona. Pero cuando no estás pensando en algo, ¿dónde estás ? La persona busca seguridad en repeticiones y esquemas. La memoria completa todas tus experiencias vitales. Estas flores son nuevas en cada momento, pero tú haces que sean siempre las mismas. En realidad, cada situación es enteramente nueva. Puede haber analogía entre ayer y hoy, pero no hay repetición. Cuando comprendas realmente esto, dejarás de usar viejos esquemas para reconstruir tus situaciones. La memoria te impide ver los hechos desnudos. Lo que tomas por hechos, por una experiencia real, son sólo reacciones basadas en la memoria. Hasta que el centro de referencia, el «mí», esté completamente ausente, nunca podrás afrontar los hechos. En la percepción multidimensional la situación se despliega y surgen cosas inesperadas. ¡Es mucho más interesante! Sin centro psicológico, eres receptivo a la situación, estás presente a ella.
Créeme cuando digo que cada momento es nuevo. Esto permitirá tu apertura a la posibilidad de vivir sin proyectar esquemas. Cuando no hay ya un esfuerzo por la supervivencia psicológica, la memoria psicológica que oscila entre un pasado y un futuro proyectado desaparece. La memoria funcional permanece, naturalmente.
Le comprendo intelectualmente, pero cuando miro esta mesa me encuentro siempre con la misma mesa. ¡No puedo conseguir que me parezca nueva!
Incluso cuando miras el sol naciente, lo conviertes en un concepto. Es un nuevo sol, pero tú no lo ves . No eres realmente consciente del placer que surge en ti al admirar. Todo es nuevo, el trabajo de cada día, el acto de hacerte la cama o de limpiarte los zapatos.
Cuando dejes de despilfarrar energía en reacciones psicológicas de agrado y desagrado, crítica, compensación, ira, depresión, etc., cuando no haya ya una implicación psicológica, serás consciente del momento, estarás receptivo a todo lo que llegue a ti. Entonces conseguirás una economía en tu hacer. El esfuerzo y el gasto de energía se verán enormemente reducidos. Simplemente funcionas, haciendo las cosas que hay que hacer, sin considerarte a ti mismo como su autor. Simplemente estás presente y hay alegría en el hacer, en todo tu vivir. Es un juego, no un trabajo rutinario.
Puedes ver cómo tu cuerpo despierta por la mañana como el sol que nace. Se despierta en tu conciencia. Percibe el momento exacto en que regresas a la identificación con tu antiguo cuerpo. Lo que llamas tu cuerpo no es en absoluto tu cuerpo real. Es una fijación en tu cerebro. Ve cómo te tomas a ti mismo por lo que no eres, cómo te reduces a un esquema. En cuanto lo ves con claridad, hay un distanciamiento y quedas fuera del proceso de fijarte a ti mismo en una idea. En esta sensación de distanciamiento, en este salir del proceso, hay un pre-sentimiento de tu autonomía, de tu libertad, de tu esencia.
Es verdad que en principio puedes comprender mentalmente. Pero cuando la mente comprende, estás abierto a una nueva dimensión del vivir. Es una exploración, un descubrimiento. Así pues, no adoptes una nueva religión o filosofía. Toda la paz, el amor y la alegría que buscas están en ti. Hazte consciente de tus circunstancias más próximas. No busques en otra parte. Nunca podrás aprehenderlo porque tú eres eso. Descúbrelo por ti mismo. Yo estoy aquí sólo para indicarte el camino. Provisionalmente, tienes que dar por buenas mis palabras, tienes que aceptar esta información de segunda mano, pero no te conformes con ello. No te pido una fe ciega. Debes hacer que esa información pase a ser de primera mano. Es como un científico que acepta una fórmula y luego procede a probarla por sí mismo.
 
¿Podría aclarar un poco más la expresión «No soy el agente, sólo una función»?
Cuando durante su desarrollo contemplas la acción en profundidad, ves que no hay lugar para un agente [o hacedor]. Hay sólo actuar. Es después cuando la mente dice: «Yo lo hago». La conciencia y su objeto son uno. No puede haber acción y sentimiento de ser el agente al mismo tiempo. Puede parecer así debido a un movimiento muy rápido desde la acción hacia el agente. Cuando te identificas con el agente, te fatigas. La fatiga es psicológica. Todos hemos tenido momentos en que nos hemos sentido muy cansados, pero cuando ocurre algo nuevo o sorprendente que nos saca de nosotros mismos, nos sentimos llenos de alegría.
¿Cómo puedo conseguir un mayor grado de atención?
Es una cuestión de estar interesado cuando miras y escuchas las cosas. Cuando comiences a mirar y a escuchar, comenzarás a descubrir y disfrutarás de lo descubierto. Verás que cada situación, cada momento de la vida, es un saco sin fondo. Pero tú pones fondo al saco y metes cosas en él. Desde el momento que ves que cualquier situación no tiene fondo, que es mucho más rica, mucho más viva que todo lo que tienes acumulado en la memoria, entonces, espontáneamente, estás más interesado en la vida.
Comienza con lo que tienes más próximo, tu amante si tienes uno, tu marido, tu hijo. Trata de verlos de forma nueva. Pero ten cuidado de no adoptar una actitud. No quiero decir que debas superponer nuevas cualidades a tu entorno, sino que te acerques a ellas con tu totalidad. Cuando te liberes de las imágenes del entorno, te conviertes realmente en un ser social. Lo que la gente llama socialismo no es realmente socialismo. El verdadero socialismo consiste en mirar a la vida libre de la memoria, libre de esquemas. De otra forma, metes en una cárcel a los que te rodean. Al ver y actuar libre de la memoria das a tu entorno la libertad de ser libre.
 
Ramana Maharsi solía decir: «Cuando surjan los pensamientos, pregunta a quién le surge el pensamiento». La respuesta, naturalmente, es «a mí», «a mi yo». «Pregúntate —seguía diciendo Ramana— quién es ese yo». ¿Cómo se relaciona esto con lo que usted dice?
Es exactamente lo mismo. Toda percepción está referida a ti porque tú eres. No hay percepción sin ti. El mundo es porque tú eres. De otra manera, no hay mundo para ti. Por eso, todos los objetos, todo lo que es percibido, toda existencia, está referida a ti. Pero la mente debe llegar a conocer esto, de otra forma nunca se dará por vencida. Ese Yo no es un yo conceptual. Es lo que yo llamo serenidad, silencio, conciencia. Es ser yo.
¿Cómo puedo familiarizarme con ese Yo que está detrás de toda percepción? ¿Implica ello una pérdida de la conciencia corporal?
Puedes tener momentos en que eres completamente uno con tu totalidad y entonces ves que esta serenidad está entre dos actividades, entre dos percepciones, entre dos conceptos. Dices «veo esta silla ahora»: Antes de reconocerla y de llamarle «silla», había sólo ver. Una vez la silla ha desaparecido, eres retrotraído a la visión sin ver nada. Así pues, eres visión antes y después de la percepción. Estos momentos son efímeros. Pero llega un momento en el que ves durante la visión. ¿Comprendes?
¿Quieres decir que la conciencia continúa surja o no el objeto?
Sí. La conciencia es un continuum. La vigilia, el sueño con sueños y el sueño profundo son superposiciones sobre este continuum. En los estados de vigilia y sueño con sueños el objeto está presente, pero en el estado de sueño profundo no hay objeto. Debido a que sólo te conoces a ti mismo en los objetos, en la relación sujeto-objeto, consideras como ausencia el estado sin objeto. Pero la conciencia está siempre presente «detrás» del que duerme, del que sueña y del que vela. La conciencia siempre es.
Repito muy a menudo ciertas cosas. Y digo otra vez que la mente debe estar informada. Debe llegar a la claridad intelectual para estar abierta a una nueva posibilidad. Es como si únicamente conocieras seis direcciones y alguien, de repente, te dice: «Hay una séptima dirección». Cuando la mente lo sabe, aunque no lo sepas todavía por ti mismo, estás ya abierto a esa nueva dirección. No lo dudes. La séptima dirección es tu corazón.
Fuente: Jean Klein. La sencillez de ser.
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