Las escrituras hindúes más arcaicas, los Vedas, que fueron compuestos en su mayor parte en la Edad de Bronce (hace unos 5.500 años), son algunos de los textos más antiguos en la historia del mundo. Los Vedas tratan principalmente de los aspectos materiales y espirituales de la vida. Cuando los sabios volvieron su atención hacia su interior para estudiar la consciencia, las revelaciones que recibieron entonces les sirvieron para componer y escribir las Upanishads. Las Upanishads son un registro de sus intuiciones y percepciones. En gran medida, los fundamentos de la sabiduría espiritual de la India se remontan a estas escrituras.
Estos sabios se dieron cuenta de que para entender la mente y aquietarla eran necesarias la pureza de pensamiento y la concentración. Para lograrlo, nos recomendaron ciertas prácticas espirituales. Generalmente, estas prácticas se suelen clasificar enBhakti yoga (yoga de la devoción), Karma yoga (yoga de la acción desinteresada) y Jnana yoga (yoga del auto-conocimiento).
Sri Nisargadatta Maharaj fue un jnana yogui. En 1932, su gurú Sri Siddharameshwar Maharaj le manifestó la verdadera naturaleza humana y le pidió que meditara sobre ella. Nisargadatta Maharaj siguió el consejo al pie de la letra y al cabo de tres años tuvo una revelación inquebrantable: su autorrealización.
Maharaj pasó casi cincuenta años de su vida compartiendo sus enseñanzas con todos los indagadores sinceros. Personas de todo el mundo llegaban a su humilde casa, situada en una callejuela de Bombay. Las consultas que le hacían, él las respondía según el estado mental particular de cada discípulo. Para la persona realizada, este proceso ocurre de modo natural, no deliberado, y es espontáneo.
Es la naturaleza de la mente identificarse con el cuerpo; con el nombre y la forma, así consciente como inconscientemente. Esta identificación nos impide alcanzar nuestro Yo sin forma ni atributos ―el Atman―, que es consciencia pura. El jnana yogui se apercibe de esto y llega a ser uno con él, tras un considerable trabajo. Esto se llama el camino directo, y puede compararse al vuelo de un pájaro que vuela en línea recta hacia lo alto. Este es el primer paso en el camino espiritual.
Posteriormente, el indagador espiritual medita y llega a conocer la consciencia pura. Comprende entonces cómo esta consciencia se eleva, se mantiene y decae. Esta comprensión lleva a la liberación final.
A un ser realizado, a un sabio, lo llamamos en la tradición hindú Sadguru ―una persona que ha realizado el nacimiento, la duración y la disolución de su propia consciencia―. Entonces, él puede a su vez enseñar a otros indagadores espirituales e iniciarlos.
Si no existe un maestro a quien seguir, también se llama Sadguru al Ser como consciencia pura.
Maharaj nos explicó que toda sadhana (práctica espiritual) consta de:
Escucha atenta: Prestar cuidadosa atención a las enseñanzas de un Sadguru, siempre produce cambios en quien lo escucha. Como ejemplo de ello tenemos el diálogo entre Krishna y Arjuna, tal como se describe en la Bhagavad Gita. Arjuna escuchó con atención, incluso en el fragor de la batalla, y fue liberado. Una vez que se produce el cambio, escuchar ya no es necesario.
Bhajans: Chitta ('la mente') se purifica a través de las palabras y entonando cánticos con devoción. Durante el canto, los pensamientos mundanos quedan en suspenso. Es la mejor práctica que se puede recomendar a algunas personas.
Canto de mantras: Se trata del recitado en silencio del nombre de la deidad de nuestra elección o de un mantra (locución secreta que nos da el gurú), mientras se presta atención a la respiración. Normalmente, el gurú proporciona el mantra durante la iniciación del discípulo. De este modo, elprana ('la fuerza vital') se purifica, ya que la mente y la respiración están en estrecha relación. Con su recitado, el mantra se personaliza, esto lleva a la disolución de la mente y, como resultado, se llega al estado de samadhi (un modo de trance interior yóguico).
El sabio Valmiki que había sido un asaltador de caminos, se dedicó a recitar el mantra que le había otorgado Narada, el mensajero de los dioses. A través de ello se transformó y escribió la magnífica obra épica El Ramayana. La purificación del prana puede dar como resultado la adquisición de poderes espirituales, cuyo origen es la consciencia pura. El jnani se abstiene de utilizarlos.
Meditación: Para purificar la mente, dhyana o meditación es la mejor práctica. Tras el despertar y antes de acostarse, medite durante media hora. Esto es lo que Maharaj recomendaba. Siéntese en una postura estable con la columna recta. Reflexione o medite sobre esto: "Yo no soy el cuerpo. No tengo forma. Soy la consciencia pura que se ilumina a sí misma".
Permanezca atento a la pura consciencia sin palabras hasta que se olvide de usted mismo mientras se halla despierto. No trate de visualizar dioses o deidades, ni es necesario cantar nombres. Simplemente "ser" y permanecer estable en la percepción de "yo soy" es el comienzo y el fin de toda práctica espiritual.
Además, Maharaj nos dejó otro consejo: "La búsqueda de la felicidad es la causa del sufrimiento". El mundo es una cisterna llena de deseos y miedos. El verdadero desapego genera paz. El desapego anula el temor y la ansiedad del "¿Qué será de mí?".
La imagen que tenemos de nosotros mismos se ve reforzada por nuestras aspiraciones. De modo que se nos aconseja que desterremos dichas aspiraciones personales. En última instancia, el final de la búsqueda llega con la autorrealización, que es eterna.
El sentido "yo soy" se goza siempre en el momento presente. La Eternidad se da en el momento presente. Si se nos escapa, es porque la mente vaga entre el pasado y el futuro. Debe entender de una vez que no existe nada que nos pueda causar temor.
La consciencia y el mundo aparecen juntos y desaparecen juntos; son las dos caras de la misma moneda. El mundo existe mientras exista la mente. El mundo cobra existencia con el nacimiento del cuerpo. Dese cuenta de que el mundo está en su interior, y no usted en el mundo. Maharaj solía decir: "Desde tu punto de vista, naciste y un día morirás. Mi punto de vista es que el mundo primero aparece y luego desaparece". No se puede cambiar el mundo, pero tú puedes cambiarte a ti mismo y liberarte del deseo y el temor. El encuentro con un Sadguru en este mundo es el hecho más precioso en la vida de un indagador espiritual. El estado de inquietud del indagador, esa divina insatisfacción, es en realidad una bendición del gurú.
El discípulo debe seguir las enseñanzas con amor y fidelidad. No vea en el gurú una forma física. Lo más importante es seguir las enseñanzas con empeño.
Mi primer encuentro con Maharaj ocurrió el 14 de mayo de 1977. Dos días más tarde, me dio la iniciación. Normalmente le visitaba los jueves y los domingos por la tarde. Los primeros seis meses fueron muy difíciles para mí porque lo que escuchaba de Maharaj difería en gran medida del conocimiento tradicional que me habían dado, y ello me generaba conflictos. Maharaj enseñaba que no hay nada que obtener ni nada de que desprenderse, sino que es necesario entender, no racionalmente sino en realidad, la generación (el nacimiento) de la consciencia y su disolución y su relación con el mundo.
Comencé a anotar para mí mismo las frases importantes que escuchaba, de modo que pudiera volver sobre ellas más tarde. Esta fue la base de las Nirupanas (1).
Maharaj no fue ni un predicador ni un filósofo ni un misionero. Lo que decía, lo decía por su experiencia directa, en un lenguaje sencillo de la calle. Solía decir que si tomas unas pocas frases y las rumias sin descanso, serás libre.
Fui muy afortunado por estar en la venerable presencia de Maharaj durante cuatro años, hasta el último día de su presencia física en la Tierra.
Ojalá que los escritos en las siguientes páginas te lleven a la Verdad, porque inevitablemente lo harán.
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