Interlocutor: Todos los maestros aconsejan meditar. ¿Cuál es
el propósito de la meditación?
Maharaj: Nosotros conocemos el mundo exterior de sensaciones
y de acciones, pero de nuestro mundo interior de pensamientos y sentimientos
sabemos muy poco.
El propósito principal de la meditación es devenir
consciente y familiarizado con nuestra vida interior. El propósito último es
alcanzar la fuente de la vida y de la consciencia.
Incidentalmente, la práctica de la meditación afecta
profundamente a nuestro carácter. Nosotros somos esclavos de lo que no
conocemos; de lo que conocemos somos señores. Cualquier vicio o flaqueza en nosotros
mismos, cuyas causas y funcionamientos descubrimos y comprendemos, los vencemos
por el conocimiento mismo; lo inconsciente se disuelve cuando se trae a lo
consciente. La disolución de lo inconsciente libera energía; la mente se siente
adecuada y se torna calmada…
La Persona no es la Realidad
Interlocutor: Por favor, díganos cómo se realizó usted.
Maharaj: Encontré a mi Gurú cuando tenía 34 años y realicé a
los 37.
Int: ¿Qué ocurrió? ¿Cuál fue el cambio?
Mah: El placer y el dolor perdieron su dominio sobre mí. Yo
estaba libre de deseo y de temor. Me encontré a mí mismo pleno, sin necesidad
de nada. Vi que en el océano de la presenciación pura, innumerables olas de los mundos fenoménicos
emergen y se sumergen sin comienzo ni fin. En tanto que consciencia, todos
ellos están en mí. En tanto que eventos, todos son míos. Hay un poder
misterioso que cuida de ellos. Ese poder es la presenciación, el Sí mismo, la
Vida, Dios, déle usted el nombre que quiera. Es el fundamento, el soporte
último de todo lo que es, lo mismo que el oro es la base de toda la joyería. ¡Y
es tan íntimamente nuestro! Haga abstracción del nombre y la forma de las joyas
y el oro deviene manifiesto. Libérese del nombre y de la forma, y de los deseos
y temores que crean —¿qué queda entonces?
Extracto del - Manual Advaita - por Benigno Morilla
El advaita (o vedanta advaita) es una doctrina no dualista del hinduismo. Se atribuye su origen a Sankara, su gran sistematizador y difusor, si bien este cuerpo de enseñanzas hunde sus raíces en tiempos remotos. Para el advaita, entre la consciencia individual y la Conciencia Cósmica no hay separación, conforman una Unidad. Esta enseñanza invita a la toma de conciencia de que todo ser es, finalmente, el Ser Supremo, de modo que la separación entre criatura y creador no es más que una ilusión dualista. Esta separación ilusoria se sustenta, como veremos, en la identificación del sentido puro de Ser con ciertos atributos (cuerpo, mente, etc.). Para obtener la realización, el estudiante tiene que descansar en su sentido puro de Ser, así como discriminar entre aquello que es transitorio y no tiene sustancialidad y lo que siempre Es.
El advaita se encuentra presente asimismo, de forma más o menos solapada, en corrientes místicas de todos los lugares y tiempos, ya que compete a los últimos discernimientos, al Auto-conocimiento que revela nuestra verdadera naturaleza.
La filosofía advaita no es un cuerpo de creencias, por más que disponga de un marco teórico definido. Nos invita a efectuar un cambio radical en nuestros parámetros mentales desde un inicio. Generalmente, el maestro comienza por declarar al discípulo que él no es quien cree ser. Así, por ejemplo, Ashtavakra, al inicio de su enseñanza, anuncia al discípulo:
"Tú no eres tierra, tú no eres agua ni fuego, aire ni éter. Sabe que eres el Yo supremo y que la naturaleza de tu emancipación es el Yo y el testigo. Si puedes reposar en la conciencia habiéndote separado del cuerpo, en ese mismo momento alcanzarás la felicidad, en el contento de la paz y la libertad de las cadenas."
(El Cantar de Ashtavakra, 1: 3-4)
"Separarse del cuerpo", en este contexto, nada tiene que ver con desdoblamientos, viajes astrales u otros fenómenos de esta índole; significa, simplemente, separarse de la creencia de que somos el cuerpo. Naturalmente, al principio el discípulo se siente desconcertado pues, creyéndose una persona limitada, ¿cómo tomarse en serio que él es el "Yo supremo"? Para comprobar que el maestro no le engaña tendrá que meditar concienzudamente sobre sus palabras, para lo cual puede ser útil partir de analogías.
Por cierto, el diccionario define el término "analogía", en sus dos primeras entradas, como "relación de semejanza entre cosas distintas" y como "razonamiento basado en la existencia de atributos semejantes en seres o cosas diferentes". Pero considero que cabe dar una definición más profunda del término basada en su propia etimología. Analogía significa "palabra", "discurso" (Logos en griego), en correspondencia con lo alto (del griego ana). Es decir, el lenguaje, aunque difiere en grado del Logos cósmico, es de su misma naturaleza. No se trata de una relación de semejanza ni de simpatía, sino de un único y mismo fluir. En un caso se expresa como discurso hablado, en otro, como curso del devenir. Dicho de otro modo, la conciencia no es una propiedad particular de cada persona. Como la luz del Sol, que es una para todos, la Conciencia es única. Admitir este hecho, tras ser correctamente discernido, supone el primer paso en dirección a un cambio de paradigma semejante al paso del geocentrismo al heliocentrismo. Este punto es crucial y es uno de los pilares del advaita.
"¿Cuál es la fuente de la consciencia?", pregunta a Nisargadatta un oyente. Nisargadatta le responde: "La Conciencia misma es la fuente de todo". El Vedanta advaita asegura que la Conciencia, al igual que el espacio, lo abarca todo. Sólo hay un espacio, y los diferentes espacios que creemos ver no son más que parcelaciones de ese único espacio creadas por la mano y/o la mente del hombre. En un edificio dotado de varias plantas, formadas por distintos pisos y habitaciones, distinguimos distintos espacios, pero sólo hay un único espacio, si bien separado por suelos y tabiques. Si el edificio se derrumba, el espacio que ocupaba seguirá intacto y se advertirá que los distintos espacios eran sólo uno. Lo mismo cabe decir de la Conciencia. Es una e inmutable. Es anterior a todo y es por ella que todo es susceptible de ser percibido.
"Me inclino ante ese Omnisciente, que es Conciencia Pura, Omnipenetrante, Todo, que reside en los corazones de todos los seres y más allá de todos los objetos de conocimiento."
(Sankara: Upadisa Sahasri, 2:1)
Nada más lejos de nuestra generalizada visión de la realidad, según la cual cada persona es un ente separado del cual emerge su conciencia particular a modo de nubecilla.
La Biblia apunta hacia una conexión por semejanza del ser humano con lo Absoluto: "Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza", pero el advaita, como hemos indicado, no admite tal semejanza (entre dos entidades distintas), sino que afirma que el Fondo de todo lo existente es la Conciencia única y que, por tanto, no hay semejanza sino Unidad en esencia (ser) entre el ser humano y lo Absoluto, es decir, que todo, en su última realidad, es advaita: no-dual o no-dos. El ser humano cree poseer una conciencia separada de las conciencias de los demás seres humanos; todos ellos poseerían conciencias particulares, si bien "semejantes". El maestro advaita sostiene, en cambio, que no tenemos conciencia, sino, más bien, que somos y habitamos un único "campo" de conciencia. Por eso el advaita afirma que no somos lo que creemos ser. En último término, no somos un cuerpo, ni una mente, sino Conciencia pura, universal, eterna, imperecedera y nunca cambiante, en suma, el "Yo supremo" con el que Ashtavakra identificaba a su discípulo.
A algo similar apunta la cita evangélica:
"Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: 'Yo dije, dioses sois'?"
(Juan, 10:34)
Nuestro error perceptivo más básico se encuentra en el nivel de las creencias relativas a nuestra identidad. Ahora bien, nadie puede considerarse el Ser supremo o "Yo supremo" en tanto que persona, sino en la medida que va tomando conciencia de su identidad última (que, como veremos, equivale al sentido de Ser sin atributos), presente en él al igual que en todos los demás seres.
La mayoría de las personas piensan que la Conciencia es un producto del cerebro. Los sabios advaitines han afirmado, contrariamente, que el cerebro es algo así como el instrumento de la Conciencia. Dicho de otro modo: el cerebro no es un generador sino un transformador. Los neurocientíficos han descubierto las zonas del cerebro asociadas al habla, a las emociones y a otras cualidades y respuestas específicas. Desde el punto de vista advaita, tales afirmaciones equivalen a descubrir, por ejemplo, qué zona del teclado de un piano produce sonidos agudos, qué otra graves, etc. Pero para que suene el piano y se escuche la música hace falta un pianista. No se puede comprender el origen de la música analizando el objeto "piano" por muy exhaustiva que sea nuestra investigación. Tampoco un otorrinolaringólogo llegará a averiguar dónde se origina un poema escudriñando las cuerdas vocales de un poeta, por más que el poema se manifieste en el mundo a través del aparato fonador. Del mismo modo, entendemos que la Conciencia se hace manifiesta en el mundo como auto-conciencia gracias al cerebro, pero no es éste el que crea la conciencia. Tampoco las cuerdas vocales crean la canción o el poema, por más que posibiliten su expresión.
Las escrituras advaita comparan la Conciencia con un océano infinito dentro del cual estamos inmersos."Nuestra Conciencia" es la "Conciencia universal", que parece separarse de sí misma cuando, proyectada a través de nuestros sentidos, ilumina nuestro mundo y la identificamos con nuestro cuerpo y nuestra mente.
"Igual que el océano no es sino agua, el mundo entero de las cosas no es sino conciencia que llena todos los puntos cardinales como el espacio infinito."
Sólo existe un gurú, siempre presente. Todo el universo es su ashram.
No hace falta ningún camino que conduzca hasta aquí.
No hace falta meditar porque todo es sagrado. No hace falta encontrar aquello que nunca se ha perdido.
Si has llegado hasta aquí y sigues leyendo, existen buenas posibilidades de que seas un buscador. Muchos buscadores creen realmente querer encontrar la verdad y que esta verdad los hará libres. El hecho es que la mayor parte de las veces ya han decidido cómo debe ser esta verdad. Para comenzar, existe a menudo la creencia de que es algo objetivo y alcanzable. Luego viene la presunción de que existe un camino que lleva a la verdad, a la libertad, a la iluminación o a la Autorrealización, y que este camino puede serle mostrado al buscador por un maestro iluminado.
La iluminación se alcanza siguiendo ese camino, o al menos uno así lo espera.
En el mercado espiritual encontramos múltiples caminos para elegir, y el buscador normalmente va de compras hasta que encuentra uno que le agrade. El Maestro Eckhart, místico cristiano alemán que vivió de 1260 a 1328, tiene esto que decir sobre este tipo de caminos:
Todo aquel que busque a Dios siguiendo un camino en particular acabará dominando el camino y perdiendo a Dios, que está escondido en el camino. Sin embargo, todo aquel que busque a Dios sin seguir ningún camino en particular lo encontrará tal como Él es... y Él es la vida misma.
La mayoría de estos caminos tienen que ver con restricciones, disciplinas y, de una manera o de otra, con ser buenos. No está muy claro cómo es posible que restricciones y disciplinas puedan llevar a la libertad, pero, de cualquier manera, el buscador cree que, al seguir con diligencia el camino elegido, sus esfuerzos le están haciendo acumular méritos. Méritos que deberían calificarlo para una promoción cósmica. Se espera que Dios, o cualquiera que sea el nombre que uno tenga para referirse al absoluto, recompense todos esos esfuerzos, sea apareciendo ante el buscador o concediéndole un grandioso "acontecimiento" final en el que la verdad le es revelada. Esta revelación es, o tendrá como resultado, la iluminación. La iluminación, en este escenario, es considerada el más deseable de los estados. Ella debería liberar al buscador de todos sus problemas vitales y transformar su personalidad, produciendo pensamientos puros, buenas acciones, amor resplandeciente y un estado de dicha eterna.
Normalmente el buscador quiere encontrar un maestro que pueda proporcionarle esa experiencia. Este "ser iluminado" debe ser no sólo un maestro sino también un santo. La lista de características que los buscadores desearían encontrar en un gurú refleja este hecho, ya que incluye todo tipo de cualidades tales como bondadoso, compasivo, paciente, ascético, vegetariano, carismático, etc. Preferiblemente, el maestro tiene el pelo blanco, viene de Oriente, se viste con ropas exóticas y tiene una presencia que transmite una cierta vibración mágica.
A aquellos buscadores que aún no han cerrado este libro bastante disgustados, debo admitirles que el cuadro que he pintado es unidimensional. El buscador sincero parece poner toda su energía y dedicación en su búsqueda. Digo "parece poner", porque en el momento en que se "encuentra" lo que se busca se descubre que nunca hubo realmente un buscador, que aquello que parecía ser el buscador era lo que de hecho se estaba buscando. Es como jugar al escondite con uno mismo. El buscador y el descubridor, el maestro y el discípulo son todos apariencias de un único Ser, de un único Yo.
Al encontrar tu verdadero maestro, es posible que te sientas emocionalmente sobrecogido; pero, en realidad, es el Yo que encuentra al Yo. Cuando se produce una conexión de este tipo, la fuerza que se transmite está tanto en el buscador como en el maestro. Es como dos llamas reconociendo que son el mismo y único fuego. La manifestación de esta energía que se da en la interacción de discípulo y maestro es algo que —como enamorarse— ocurre espontáneamente, y no es algo que suceda después de haber estado persiguiendo ciertas ideas fijas que uno considera verdaderas.
Esto no quiere decir que tienes que esperar un acontecimiento así. El verdadero maestro es la vida misma. La invitación para ver el Ser se está realizando en este preciso instante, y la guía de un maestro formal, aunque pueda servir de ayuda a muchos, no es necesaria. No hay reglas fijas con respecto a cómo debería producirse la Iluminación. El problema con las nociones preconcebidas sobre el tan deseado santo grial de la verdad y sobre el envoltorio en el que este grial debe ser entregado es que estas nociones impiden que el buscador vea que la liberación que busca está siempre totalmente presente e instantáneamente disponible. Dice Ramana Maharshi:
No hagas ningún esfuerzo por avanzar o por renunciar; el propio esfuerzo es una esclavitud.
En lugar de ver directamente aquello que es, el buscador continúa esperando un acontecimiento de iluminación futura, sin admitir que él ya está —y siempre ha estado— en su verdadero hogar. Muchas veces intenta imaginar cómo debe ser alcanzar esa comprensión final en la que Dios y el universo le revelan sus secretos. Al hacerlo, pasa por alto el hecho de que su mente es también una manifestación de este universo y, como tal, no está capacitada para comprenderlo.
Como muestran las siguientes citas, incluso los mejores entre nosotros pueden enredarse en suposiciones sobre el absoluto:
Einstein: Dios no juega a los dados. Einstein: Dios no es malicioso. Bohr:* Einstein, ¡deja de decirle a Dios lo que tiene que hacer!
El abandono de nuestras expectativas en beneficio de una disponibilidad para aceptar simplemente aquello que es puede crear un vacío que podría llenarse con alternativas sorprendentes. Por ejemplo, podríamos reconocer que el encontrar no proviene de la búsqueda sino que se trata de algo que es revelado cuando se abandona la búsqueda; que nuestras queridas creencias pueden ser desenmascaradas y reconocidas como obstáculos conceptuales; que las prácticas espirituales pueden resultar ser una manera de evitar una visión directa del centro mismo de todas las cosas. Esta visión directa pondrá en evidencia la existencia de un buscador separado que piensa llegar a su "destino-iluminación" en algún momento futuro. Por consiguiente, la búsqueda y el buscador son ambos aniquilados cuando se produce el descubrimiento de que uno ya está en casa.
Al buscador exhausto le diría: "Abandona tu búsqueda y abandona tus conceptos. Deja de buscar tu propio trasero. Siéntate y relájate".
Dejar de aferrarte a tus ideas preconcebidas puede hacer que de repente tu atención abandone el horizonte lejano que observas a la espera de un gran acontecimiento, y pueda revelarte la maravilla que existe delante —y detrás— de tus propios ojos. Al dejar de aferrarte puede que te abras al más improbable de los maestros, e incluso que te encuentres ante su presencia.
Que quede claro que la Conciencia Pura es todo lo que existe, y que cualquier idea de un maestro "fuera" sólo existe desde la perspectiva de un buscador ilusorio. Por consiguiente, los verdaderos maestros no se consideran a sí mismos maestros en absoluto, pero saben que tú sí te consideras discípulo. Te dirán que eres Eso; y cuando respondas "sí, pero ... ", te repetirán la misma verdad o te dirán que te relajes, que barras el suelo o que te quedes en silencio; o, quizá, serán ellos los que se queden en silencio. Digan lo que digan, hagan lo que hagan, lo más probable es que no sean como tú los habías imaginado.
¿Puedes imaginar a un maestro dueño de un estanco, fumador y viviendo en una gran ciudad, al borde del barrio de las prostitutas? Pues bien, ha existido un maestro así. Este dueño de estanco, que por lo visto tenía un temperamento de mucho cuidado, cuidaba a sus hijos y recibía buscadores de todo el mundo. Se comunicaba con ellos a través de intérpretes y traductores aunque parece que podía hablar inglés. El lector puede que ya haya reconocido a Sri Nisargadatta Maharaj, uno de los maestros espirituales más respetados del siglo XX. Éste es un diálogo entre un buscador y Sri Nisargadatta Maharaj:
Buscador: Me han dicho que una persona iluminada nunca hará nada impropio. Que siempre se comportará deforma ejemplar.
Sri Nisargadatta Maharaj: ¿Quién es el que da el ejemplo? ¿Por qué un iluminado debería necesariamente seguir las convenciones? Cuando uno se vuelve previsible, ya no puede ser libre. (1)
¿Y qué decir de su discípulo Ramesh Balselkar? Es un tranquilo padre de familia que recibe en su propia casa de Mumbai (no en un ashram) a los buscadores que vienen a verlo de todos los rincones del planeta. Ramesh es gerente de banco jubilado [ya fallecido] y es un maestro iluminado que escribe sobre el tema de la no-dualidad y el Advaita. Esto es lo que dijo un día sobre sus enseñanzas:
Si has aprendido algo aquí, estupendo. Si no, estupendo. Si algún tipo de cambio se va a producir a causa de ello, deja que ocurra. Si la comprensión, sea del nivel que sea, tiene algún valor, alguna importancia, se desarrollará por sí misma. "Nadie" puede hacerlo en su lugar. (2)
Otro maestro que me gustaría mencionar es el británico Tony Parsons. Es una persona accesible, (extra)ordinaria y amistosa que prefiere compartir lo que él llama "La Presencia" a impartir enseñanzas desde una posición de autoridad.
Incluso ahora, mientras escribo estas palabras, puedo escucharlo decir: "No hay aquí ninguna persona que comparta algo. Lo único que hay es Presencia. Ella es de lo que se trata; Ella es Eso, Ella es La Amada". Tony nos despoja de todas esas creencias acerca de la existencia de un acontecimiento futuro llamado Iluminación que uno debiera perseguir, y nos invita a ver directamente aquello que es. En su libro As It Is dice:
Esto es de lo que se trata, y eso es todo. Abandona la búsqueda de algo que está por venir y enamórate, enamórate profundamente de la Presencia de Aquello que Es. Aquí, aquí mismo, se encuentra todo lo que siempre has deseado. Es simple, común y corriente, y majestuoso. Ves, ya estás en tu hogar. (3)
El último maestro que quiero presentar aquí, y uno que definitivamente no encaja en el estereotipo de maestro-santo, es Wayne Liquorman, autor y editor americano discípulo de Ramesh Balsekar. Wayne nunca ha intentado ocultar su pasado de alcohólico. Incluso se refiere a sí mismo en esa época como un cerdo que siempre quería más —más bebida, más drogas, más sexo— más, más. Y más nunca fue suficiente. Un día despertó y la sobriedad le vino de golpe. En sus propias palabras:
Después de una borrachera de cuatro días me vino un momento en el que tuve la certeza absoluta de que esa fase de mi vida había terminado. Es como si se hubiese accionado el interruptor. La obsesión había desaparecido. No hacía falta ofrecer resistencia o hacer algo. Se había ido. Y lo que había quedado asombrosamente claro es que no había sido yo el que lo había logrado. Y si no había sido yo el que lo había hecho, la pregunta pasó a ser: "¿Qué es lo que me ha hecho esto?". Si yo no soy el dueño de mi destino, ¿quién o qué lo es? Ése fue el momento en el que metí la cabeza en la boca del tigre, las mandíbulas se cerraron, y ya no había por donde escaparse. Me convertí en buscador. (4)
Si vieras a Wayne hoy en día, te encontrarías con un hombre de gran tamaño, con una gran sonrisa y un gran sentido del humor. En su libro Acceptance of What Is nos dice lo siguiente sobre los buscadores que acuden a él:
Muchos vienen a verme y si lo que digo encaja con lo que ya saben y creen que es verdad, dicen: "Este tipo realmente sabe de lo que está hablando, ¡es un gran tipo!" (risas). Y si lo que digo no encaja con lo que ya saben o creen que es verdad, dicen: "Este tipo no tiene ni idea", y siguen su camino. (5)
Estos maestros poco convencionales no son exclusivos de nuestros tiempos. Como señala un poema atribuido a Shankara, filósofo hindú del siglo VIII considerado el padre del Advaita Vedanta:
A veces desnudos, a veces locos,
a veces como eruditos, a veces como ignorantes,
así aparecen sobre la tierra
¡los hombres libres!
Cuando leemos acerca de los antiguos maestros del zen y del taoísmo nos podemos encontrar con algunos tipos bastantes rudos. Algunos de ellos abofeteaban a los discípulos, se emborrachaban, blandían el bastón e incluso eran capaces de sacar del templo una estatua de madera del Buda para hacer una fogata con ella en una noche fría. Esto no quiere decir que los maestros más bribones sean los únicos maestros verdaderos, ya que esto no sería más que otro intento por crear un estereotipo que los maestros deberían seguir. Tampoco quiere esto decir que un maestro no pueda ser un santo, sino más bien que no necesita serlo —un maestro puede ser un soldado, un ama de casa o un hombre de negocios. Si se abandonan las expectativas con respecto a la verdad que uno busca y acerca de los maestros que "saben", uno puede encontrar un inesperado tesoro en el propio patio trasero de casa. Aceptar que los maestros son simples seres humanos y no superhombres hace que te sea más fácil aceptarte tal como eres. Ayuda a reducir las expectativas poco realistas que tienes acerca de los maestros y acerca de aquello en lo que crees que debes convertirte. Tu verdad y tu libertad se encuentran en el camino por el que vas ahora mismo, se encuentran en la aceptación de aquello que es. Rumi dijo:
No te fijes en mi forma externa, simplemente toma lo que está en mi mano.
Así pues, ¿qué es lo que te estamos ofreciendo aquí? ¿Qué es exactamente lo que hay en esta mano? ¿Es algo que podamos percibir, recibir y agarrar o, al menos, algo que podamos comprender?