Muchos de nosotros resonamos con el entendimiento de que lo que realmente somos es Conciencia universal, infinita y siempre-presente. En esos momentos de reconocimiento sin tiempo, la creencia conceptual en la separación y la sensación de ser un cuerpo físico, sólido, limitado y localizado están ausentes. Nuestra mente es impactada con la luz del puro entendimiento y nuestro cuerpo es experimentado de acuerdo con su estado natural de transparencia, expansión, ingravidez, fluidez y pulsación. Todo nuestro ser vibra con la paz profunda y la alegría desbordante que es su origen y esencia. Su música es pura apertura, amplitud y amor. El cuerpo y la mente se han fusionado con su origen.
Sin embargo, mientras que muchos de nosotros hemos tomado conciencia de las creencias y patrones de pensamiento que parecen crear, reflejar y mantener una identidad separada, en la mayoría de los casos esta claridad aún no ha logrado penetrar debajo de la superficie para alcanzar las capas irracionales de sentimientos y sensaciones que siguen dando forma a la entidad separada. Sin que nos demos cuenta de ello, nuestra experiencia corporal continúa perpetuando la ilusión de que lo que somos es una conciencia individual limitada, sólida y localizada, que se encuentra separada del conjunto y de todos los demás seres.
Si cerramos los ojos y permitimos que el flujo de nuestra experiencia momento a momento emerja en nuestra atención enfocada, podemos notar que la experiencia que llamamos "el cuerpo", y en particular el sentido de peso y densidad, o las tensiones y contracciones localizadas en la cabeza y el pecho, son experimentadas como íntimas, vivas y de algún modo como "yo". Mientras tanto, otras percepciones que también pueden estar presentes, como un sonido en la distancia o la percepción táctil del suelo o los cojines, parecen pertenecer a objetos que viven en un mundo que está separado y fuera de "yo".
Este es el resultado de vidas de condicionamiento. Nuestra experiencia sentida de nuestra verdadera naturaleza ha sido distorsionada por décadas de "yo", "tú", "mío" y "tuyo", proyectados sin cesar en nuestro cuerpo-mente por los padres, maestros y compañeros, y por nuestra cultura en general, en una colectiva y subconsciente conspiración de ignorancia auto-perpetuada.
Así como los pensamientos que se refieren a una identidad separada parecen obstruir la claridad natural de nuestra inteligencia inherente, los patrones psicosomáticos basados en defender y mantener una entidad separada imaginaria parecen asumir el control del funcionamiento natural, tranquilo y transparente del cuerpo.
Por ejemplo nosotros nos experimentamos a nosotros mismos como si fuéramos un respirador individual que inhala y exhala y que vive en algún lugar del diafragma o de la cabeza. Esta sensación parece ocultar la experiencia natural de la respiración universal no-localizada como una ola de la Conciencia, que va y viene desde y hacia su fuente.
O experimentamos que somos un individuo, un cuerpo objetivo, e incluso mecánico, que se mueve y deambula voluntariamente a través de un espacio que es a veces acogedor y a veces amenazador. Esta experiencia parece obstaculizar o impedir la sensibilidad natural que de manera espontánea y sin esfuerzo, da nacimiento a la subida y bajada, la expansión y contracción del flujo de energía universal.
Recuerdos fijos y esquemas visuales del cuerpo, se superponen en nuestra experiencia real del cuerpo, están diseñados para proteger y defender la imagen proyectada que parece funcionar en su centro. Así, el "yo" real, la Conciencia abierta, indivisa e ilimitada parece estar separada, limitada y fragmentada. Mientras tanto, el funcionamiento armonioso y orgánico del cuerpo parece estar comprometido por una artificial, complicada y, al final, misión imposible.
Durante las sesiones del yoga de la no-dualidad, investigamos este sentimiento infundado de la separación. Con la apertura como nuestra base, utilizamos la sensación, las exploraciones táctiles, las visualizaciones, las posturas, los movimientos y la respiración, y entregamos la sensibilidad de nuestro cuerpo a esta pura apertura. Permitimos que la creencia en el sentido de separación, que vive como energía cristalizada en los sistemas celular, muscular, esquelético, linfático y nervioso del cuerpo, sea experimentada directamente.
Con el tiempo, esto permite un reajuste suave y natural con la comprensión sentida de que la verdadera naturaleza y esencia del cuerpo es esta misma apertura.
¿En qué se diferencia de otros tipos de yoga?
Estas sesiones corporales provienen de una fuente de profundo amor y apertura. Son exploraciones sagradas que no buscan otra cosa que la exposición y la posterior disolución de la sensación de separación en el sentimiento-entendimiento directo de nuestra verdadera naturaleza.
Así que, aunque no estemos plenamente establecidos en nuestra verdadera naturaleza y aún podamos sentir que somos una Conciencia separada, llegamos a las sesiones corporales como si fuéramos a nuestro altar más sagrado: abiertos, sinceros y sin conocimiento. Se nos invita gentilmente a entregar nuestras mentes, cuerpos y corazones, y todo lo que percibimos como nosotros mismos que somos o no somos, a esa abierta Presencia invisible. Pronto nos encontramos, de forma natural, ocupando nuestro lugar en y como esta Presencia imperceptible que atestigua toda experiencia. Este enfoque difiere de la mayoría de otras exploraciones de yoga o del cuerpo que tienen que ver con el mejoramiento, la curación o la espiritualización de un cuerpo-mente objetivo individual. En este enfoque no nos centramos en alcanzar estados de expansión y transparencia en los que el cuerpo, por más sutil que sea, sigue siendo un objeto de identificación.
En el yoga de la no-dualidad, nuestro cuerpo real es siempre y únicamente el cuerpo de la Presencia. Estamos únicamente interesados en revelar las capas de sentimientos/creencias que se interponen en el camino de esta realización.
¿Cómo se desarrolla?
Después de abrirnos a la posibilidad de la Presencia como la referencia inmanente y trascendente de todas nuestras experiencias objetivas, nos aventuramos en una profunda exploración de la ilusión de la separación al nivel no racional de la sensación, el sentimiento y la percepción.
Empezamos por escuchar directamente a nuestra experiencia del cuerpo, sin la acostumbrada mediación de un concepto, recuerdo o imagen. Nos tomamos nuestro tiempo, volviendo a despertar el nivel táctil y sensual de la experiencia por debajo del umbral de la experiencia racional. Permitimos que la memoria de un cuerpo helado se derrita en la música momento a momento de temperaturas, texturas, peso, presión, vibración, pulsación, expansión y contracciones. Damos la bienvenida al flujo de sensación en una cualidad de apertura y sensibilidad que es sin dirección ni volición, libre de cualquier agenda, juicio o intención.
Gradualmente las sensaciones y sentimientos, al igual que los pensamientos y percepciones, se ven que se desarrollan como nubes en el cielo abierto, indiviso y consciente de la Presencia. Mientras nos reconocemos a nosotros mismos siendo el cielo, sentimos y comprendemos que una sensación nunca aparece en "mi cuerpo", al igual que un pensamiento nunca aparece en "mi cerebro" o un sonido en "el mundo". Más bien vemos que la sensación, el sonido y el pensamiento aparecen en mí mismo sin ninguna existencia separada o individual de un cuerpo, mente o mundo.
Nos damos cuenta de que al igual que el sonido que percibimos, como el pensamiento que pensamos, la sensación corporal es sutil por naturaleza. No es sólida o tangible y no puede ser capturada o medida. Es como una nube que aparece en mí mismo y está hecha de mi propia sustancia invisible. Y así llegamos a saber que la sustancia misma de la sensación es la apertura que yo soy.
Se nos invita a liberar el peso de las piernas y las manos en la superficie de contacto de una base que es sensación puramente táctil. Mientras intentamos esto, los hábitos que crean y mantienen un sentido de densidad y desconexión entre un cuerpo sólido y una base inerte se revelan.
Se nos invita para que la sensación de hormigueo de la envoltura física de forma natural irradie y se expanda en un espacio circundante que es íntimo y vivo. Cuando tratamos de hacer esto, nos damos cuenta de la contracción sutil al nivel de la piel que mantiene un sentido de cohesión corporal y permanencia. A medida que avanzamos con cuidado y abiertamente, sentimos y comprendemos que el esfuerzo que parece ser necesario para expandirnos es, de hecho, la revelación de la tensión que antes se estaba generando con el fin de crear y mantener un aparente y separado yo.
Exploramos los movimientos, posturas, visualizaciones y la respiración. Estas son oportunidades para realinear el sentir, el percibir y el mover con nuestra recién descubierta identidad infinita y transparente.
Evocamos movimientos sin un movedor, y exploramos las cualidades innatas de transparencia, ingravidez y amorosidad. Invitamos a los gestos sin origen o destino; una respiración que no requiere ser empujada o sujetada.
En la apertura de esta exploración, capa sobre capa de sentimientos tan habituales que ya no se sienten, o tan íntimos que se dan por sentados como ser "yo mismo", comienzan a aflorar.
No tenemos que hacer nada con ellos pero permanecemos abiertos, amorosos y a la escucha, y sin embargo, indiferentes a la historia incorporada en su interior. En esta contemplación abierta viene una cooperación espontánea a nivel del cuerpo, como si cada sentimiento y sensación se ofreciera de buen grado volver a la Presencia. Con naturalidad y sin esfuerzo, la yo-idad que impregnaba la sensación se disuelve de nuevo en el no-localizado y siempre-presente Yo.
Este nivel de investigación se pasa por alto sobre todo en la enseñanza no-dual contemporánea. En una cultura que favorece el pensamiento analítico y la conceptualización, somos más fácilmente condicionados a examinar nuestra experiencia usando nuestra mente en lugar de un enfoque menos racional, directamente táctil y sensorial. Sin embargo, el cuerpo-mente sólo puede ser completamente re-orquestado por este entendimiento cuando se haya permitido que todas las capas de identificación ocultas salgan a la superficie totalmente, y sean vistas en la luz de la Conciencia.
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