jueves, 23 de junio de 2016

EL TIEMPO: EL PRESENTE ES LO QUE SOMOS



Despierta "ahora" o ¡nunca!

por Burt Hardin

El alma humana evoluciona hasta el punto de reconocer nuestra Conciencia Una. Esto empieza a ocurrir cuando nos comprometemos con lo que es obvio:-El hecho de que existimos y somos la existencia misma.-El hecho de que AHORA es todo lo que hay y es atemporal. Por lo tanto, "ahora" no es un tiempo sino lo que somos en sí.

La declaración más popular que recibo de la mayoría de los buscadores es la siguiente: "¡Entiendo lo que dices y tiene sentido pero no lo siento que lo viva así!".

¿Sabías que esta es la manera que el ego tiene de mantenerte atrapado en tu condicionamiento familiar? Sigo escuchando esta excusa una y otra vez y es hora de hacerle frente.
Si lo que oyes es lógico y realmente tiene sentido entonces todo lo que tienes que decirte a ti mismo es lo siguiente: "¡O bien es cierto o no es cierto!" Si es obvio que es cierto, entonces por qué necesitas realizarlo (sucederá por sí mismo cuando te relajas en ello).
Sólo hay dos cosas que necesitas saber sin lugar a dudas, y estas dos cosas son suficientes para despertarte aquí y ahora, si no hay excusas.
Y, estamos hablando de "despertar" y no de nuestras creencias habituales acerca de la iluminación.
Primero, responde a esta pregunta, "¿Cómo sabes que existes?" Si tú sabes que existes, entonces tienes tu primera verdad evidente. Este "saber" no es una emoción, ni un pensamiento, ni un recuerdo. Es tu conciencia reconociéndose a sí misma.
Segundo, responde a esta pregunta: "¿Hay algún otro momento que no sea ahora?" Se necesita muy poca inteligencia para saber que "ahora" es todo lo que hay o que alguna vez pueda haber. He tenido algunos intelectuales que me dicen ― "pero ahora es un nombre inapropiado porque incluso mientras hablamos lo que dices ya es pasado y lo que aún no has dicho está en el futuro, entonces, ¿dónde está el ahora?" La mente egotista siempre aparece con comentarios inteligentes para evadir lo obvio. "AHORA" no se puede medir porque es atemporal.
Verás, amigo mío, todo es cuestión de mirar la palabra "tiempo". El tiempo es creado por la mente condicionada a través del cerebro lineal. Este "ahora" no es sólo el momento presente que contiene también el pasado y el futuro. "Ahora" es un contenedor del momento presente y por lo tanto es atemporal. Piénsalo de esta manera ― tú estás en un tren y al pasar por el territorio por el que estás viajando puedes ver tu pasado que comienza a desvanecerse a medida que avanzas. Puedes ver el pasado que va pasando y que mientras va desapareciendo de la vista todavía sabes que aún está allí a lo lejos. Luego tomas un helicóptero y ves con mayor conciencia el presente, el pasado e incluso el futuro del tren. Sin embargo, cuando miras toda la escena desde un avión tu conciencia sigue creciendo y todo el pasado, presente y futuro están claramente a la vista. Cuando en el momento presente relajas la mente de todo cuestionamiento y miras claramente (con una mayor conciencia) este "ahora" quedará claro que todo lo que siempre puedes tener es este momento. Y, aquí hay otro hecho que es obvio ― ¡no hay dos momentos en el tiempo!
Desde el momento en que comienzas a ver que el tiempo es psicológico entonces se te abre una nueva forma de ver.
Vivimos en el tiempo psicológico porque estamos condicionados por ello y tenemos miedo de mirar lo que es verdadero. La verdad nos puede causar trastorno y desafiar nuestras creencias más arraigadas. Sin embargo, pregúntate de nuevo, "¿Es verdad o no?", y esta debe ser tu única preocupación. Si hay sinceridad, honestidad y un auténtico impulso por lo que es real, entonces te permites ver lo obvio. Tengo que admitir, que da miedo, pero diablos, si es verdad ¿qué otra opción tienes? Esta es toda la madurez espiritual que necesitas ― mirar la verdad de frente y comprometerte con ella. Las ventajas son muy superiores a las desventajas.
Al mirar esta cosa llamada "tiempo" se abre la puerta a lo inexplicable y lo desconocido para el ego y obtiene una imagen más clara de la Fuente detrás de todos los fenómenos.
La clave fundamental para despertar es una MIRADA directa al tiempo. Fue A.S. Eddington, un científico e investigador que escribió: "En cualquier intento para unir los dominios de la experiencia pertenecientes a los aspectos espirituales y filosóficos de la naturaleza, el tiempo ocupa una posición clave".
La mente es la consciencia que contiene el pensamiento, la imaginación y la consciencia-tiempo. A medida que examinamos el subconsciente más profundo que nos hace creer, experimentar y pensar (de la manera) como lo hacemos, empezaremos a ver que todos los acontecimientos ocurren en el "presente". Sin embargo, cuando el presente se vuelve totalmente contenido en este "ahora", entonces entramos en lo atemporal. Por ejemplo, estás implicado en una situación que te absorbe completamente y luego te encuentras diciéndote, "Caramba, ¿dónde se ha ido el tiempo?"
En la Realidad no hay tiempo sino el eterno AHORA que la mente-ego (condicionada) refutará sin darle una justa oportunidad. Sin embargo, si somos sinceros y auténticos en nuestra búsqueda de lo que es verdadero, empezaremos a ver que este AHORA es eterno. Esto da inicio a una nueva forma de mirar todo. Si el "tiempo" es eterno entonces ¿dónde está la muerte excepto en nuestra aparente tercera dimensión? ¿Es el cuerpo tan sólido como nuestros sentidos nos hacen creer? ¿Podemos confiar en nuestros sentidos cuando están condicionados por la imaginación?
Y si el AHORA es eterno, entonces ¿todos los acontecimientos que han ocurrido existen aún ahora? ¿Hemos nacido realmente y moriremos realmente o simplemente estamos pasando de una forma a otra? ¿Cuán real es la forma, o es sólo una cascara o apariencia de la consciencia?
Toda la ciencia conoce este hecho ― la Energía (Espíritu) es indestructible, simplemente cambia de forma (se transforma).
Me encanta la declaración hecha por el filósofo Alfred North Whitehead, "Es imposible meditar sobre el tiempo y el misterio del paso creativo de la Naturaleza sin una emoción abrumadora ante las limitaciones de la inteligencia humana".
A medida que la ilusión del tiempo empieza a ser clara en ti una nueva consciencia más profunda comenzará a surgir. Lo que antes parecía limitado, ahora permanecerá como una visión mayor de asombro y admiración. En este momento no vamos a renunciar a la mente, sino apreciar su gran belleza de creatividad conocida como imaginación.
¿Qué no es imaginación? Las ansiedades que sientes; la ira que surge en ciertos momentos o la incertidumbre, el miedo y la inseguridad que te habían perseguido hasta ahora empiezan a verse como imaginación. Es una creación de la mente subconsciente. Nuestra conciencia consciente podría dar un salto desde un promedio del 5% a una visión más vasta. Algo dentro de ti sabrá que todo lo que pensabas que eres era sólo lo que te decías a ti mismo que eres desde el subconsciente. Ahora ves con una mayor visión que tú eres literalmente un ser ilimitado, más vasto que vasto y atemporal más allá del nacimiento o la muerte. Esto parece grandioso en este punto, pero todo parecerá natural y simple una vez que empiezas a observar la evidente verdad de ti mismo en estos dos pasos:
  1. Tú sabes que existes y por lo tanto eres la existencia misma.
  2. Tú sabes que "AHORA" es todo lo que puede ser siempre y lo contiene todo y es atemporal.
Todo ha sido y es imaginación. El "uno" que no es imaginación también es obvio ― es el uno que lo imagina todo. En otras palabras, la única cosa que no es imaginación es el uno que lo imagina todo. ¡Este "uno" eres tú!
La imaginación es lo que ha creado el mundo, nuestra vida cotidiana, nuestras emociones y pensamientos. Lo que tú imaginas que es real se vuelve real para ti. Esa es la función y el poder de tu mente subconsciente. Tú, de hecho, eres un creador a través de tu imaginación. En primer lugar creas, a través de una elección inconsciente, haciendo realidad lo que te sucede a ti y así se forma tu mundo. En este caso se trata de un mundo "negativo". Entonces, cuando te das cuenta de que tu negatividad es toda "hecha" por ti, entonces empiezas a ver el poder de la imaginación y comienzas a reconstruir tu mundo de la forma que quieres. Esta creatividad es tu gran poder.
¿Qué es lo que hizo que el hombre fuera a la luna, creara aviones, computadoras y tecnología avanzada? ¿No es todo imaginación y saber que puede ser realizado?
McKenna, autor de Archaic Revival, predijo que en el año 2012 el Tiempo dejará de ser lineal porque la tecnología que se creará hará que el Tiempo pierda su cualidad lineal y consecutiva.
Normalmente nosotros no hacemos que estemos asustados o ansiosos o enfadados. Vemos lo que nos imaginamos. En otras palabras, no creamos deliberadamente nuestras actitudes y emociones, sino que las creamos a través de nuestro conjunto de imaginaciones condicionadas como si fueran reales.
La consciencia primitiva no tenía imaginación y por lo tanto era impulsada por el hábito. A medida que aumentó la imaginación también lo hicieron nuestras emociones. Sin embargo, con una mayor conciencia de que creamos nuestro dolor, empezamos a ver nuestro poder inherente para contrarrestarlo por medio de la imaginación.
Los humanos se volvieron "bicamerales" cuando la imaginación y el lenguaje evolucionaron hasta el punto de crear civilización. Por lo tanto con la utilización de lenguaje, el lado izquierdo del cerebro se separó del lado derecho del cerebro. El lado izquierdo es egoico y se ocupa de los detalles de la vida diaria, mientras que el cerebro derecho se ocupa de la imaginación, la visión y la intuición (insight).
Es interesante observar el fenómenos de que las religiones eran algo que la mente necesitaba por su instinto de rebaño, de pertenecer, de sentirse bien y de saber que hay algo más profundo que la forman, el nombre y el lenguaje. La religiones empezaron las guerras por sus diferentes creencias y formas de hacer las cosas imaginando que "nuestro camino es el único y mejor camino". Esta separación es difícil de deshacer y aquí es donde la visión de lo atemporal viene a nuestro rescate.
La ciencia puede tener muchas respuestas, pero aún no puede explicar nuestra conciencia de nosotros mismos. Esta conciencia pura, que es atemporal, es la existencia misma y al igual que el océano crea olas sobre su superficie. En otras palabras, somos la propia existencia (espíritu) que aparece como unidades (olas) en su superficie. Sin embargo, las olas son el propio océano. Del mismo modo, somos unidades de energía que son la existencia misma. La conciencia no evoluciona, puesto que ya es completa. El alma humana evoluciona hasta el punto de reconocer nuestra Conciencia Una. Esto empieza a ocurrir cuando nos comprometemos con lo que es obvio...
  1. El hecho de que existimos y somos la existencia misma.
  2. El hecho de que AHORA es todo lo que hay y es atemporal. Por lo tanto, "ahora" no es un tiempo sino lo que somos en sí.
Cuando Edgar Mitchell describió su visión cuando estaba en la luna durante el viaje del Apolo 14 relató su abrumadora sensación de que el universo mismo está vivo y que es de alguna manera un ser consciente en sí mismo. Esto significa que todas las formas, ya sea en la tierra o en otro lugar en el universo, son todas parte de una consciencia gigante.
Hay algo dentro de nosotros que nos impulsa "hacia delante" en la evolución. A medida que avanzamos hacia ello, con el fin de comprender y tolerar su presencia, cada vez nos volvemos más como ello. De hecho, descubrimos el ahora atemporal como nosotros mismos, encontramos que somos ELLO y siempre lo hemos sido.







miércoles, 22 de junio de 2016

EL SER Y EL TIEMPO


El tiempo y la transformación

por J. Krishnamurti
Cuando la mente está serena, tranquila, sin buscar respuesta ni solución alguna, sin resistir ni esquivar, sólo entonces puede haber regeneración, porque entonces la mente es capaz de captar lo que es verdadero; y es la verdad lo que libera, no vuestro esfuerzo por ser libres.
J. Krishnamurti
Desearía hablar un poco acerca de lo que es el tiempo, porque creo que el enriquecimiento, la belleza y el significado de aquello que es atemporal, de aquello que es verdadero, sólo puede experimentarse cuando comprendemos todo el proceso del tiempo. Después de todo, cada uno a nuestra manera, buscamos la sensación de felicidad, de enriquecimiento. Una vida que tenga significado, que es el tesoro de la verdadera felicidad, no pertenece al tiempo. Como el amor, una vida así es atemporal, y para comprender aquello que es atemporal, no debemos enfocarlo a través del tiempo sino más bien comprender el tiempo. No debemos utilizar el tiempo como medio de lograr, de realizar, de captar lo atemporal. Pero eso es lo que hacemos la mayor parte de nuestra vida: pasar el tiempo tratando de captar aquello que es atemporal. De modo que es importante comprender qué entendemos por tiempo, porque yo creo que es posible no estar atados al tiempo. Es muy importante comprender el tiempo como un todo, no parcialmente.
Es interesante darse cuenta de que nuestra vida transcurre principalmente en el tiempo; no en el sentido de la sucesión cronológica, de los minutos, las horas, los días y los años, sino en el sentido de la memoria psicológica. Vivimos en el tiempo, somos el resultado del tiempo. Nuestra mente es el producto de muchos "ayeres", y el presente es mero tránsito del pasado hacia el futuro. Nuestras actividades, nuestro ser, se basan en el tiempo; sin el tiempo no podemos pensar, porque el pensamiento es el resultado del tiempo, el pensamiento es producto de muchos "ayeres", y no hay pensamiento sin memoria. La memoria es tiempo; aunque hay dos clases de tiempo, el cronológico y el psicológico. Existe el tiempo que es ayer por el reloj, y existe el tiempo que es ayer por el recuerdo. No podéis desechar el tiempo cronológico, ya que sería absurdo, pues entonces perderíais el tren, por ejemplo. Pero, ¿existe realmente otro tiempo, aparte del cronológico? Es evidente que hay un tiempo que es el ayer; pero, ¿existe el tiempo, tal como la mente lo piensa? Es decir, ¿existe el tiempo aparte de la mente? El tiempo ―el psicológico― es sin duda producto de la mente.
Sin la base del pensamiento no hay tiempo alguno; el tiempo es mero recuerdo, es ayer en conjunción con el presente, y así da forma al mañana. Es decir, el recuerdo de la vivencia de ayer respondiendo al presente, crea el futuro; y eso sigue siendo el proceso del pensamiento, un sendero de la mente. El proceso del pensamiento produce un progreso psicológico en el tiempo; pero, ¿es real? ¿Tan real como el tiempo cronológico? ¿Podemos emplear ese tiempo, que es la mente, como medio de comprender lo eterno, lo atemporal? Porque, como he dicho, la felicidad no es de ayer, la felicidad no es producto del tiempo, la felicidad está siempre en el presente, en un estado atemporal. No sé si habéis notado que cuando hay en vosotros éxtasis, un júbilo creador, una serie de nubes brillantes rodeadas de nubes sombrías, en ese momento el tiempo no existe: sólo existe el inmediato presente. Pero la mente, después de la vivencia, interviene en el presente, la recuerda y desea continuar, acumulando cada vez más, con lo que crea el tiempo. El tiempo, pues, es creado por el "más"; el tiempo es adquisición, y el tiempo es también desprendimiento, el cual sigue siendo una adquisición de la mente. Por lo tanto, el mero hecho de disciplinar la mente en el tiempo, condicionar el pensamiento dentro del marco del tiempo ―lo cual es memoria― no revela por cierto aquello que es atemporal.
¿Es la transformación asunto de tiempo? La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a pensar que el tiempo es necesario para la transformación: yo soy algo, y para cambiar lo que soy en lo que debería ser, se requiere tiempo. Soy codicioso, y la codicia me trae confusión, antagonismos, conflictos y sufrimientos; así que para producir una transformación, o sea la "no codicia", creemos que el tiempo es necesario. Es decir, se considera que el tiempo es un medio para desarrollar algo más grande, para llegar a ser algo. El problema es que uno es violento, codicioso, envidioso, iracundo, vicioso o apasionado. ¿Se necesita el tiempo para transformar lo que es? En primer lugar, ¿por qué queremos cambiar o transformar lo que es? ¿Por qué? Porque lo que somos nos desagrada; engendra conflicto, perturbación. Y al no gustarnos ese estado, deseamos algo mejor, algo más noble, más idealista. Deseamos, pues, la transformación, porque hay dolor, malestar, conflicto. Pero, ¿se vence al conflicto con el tiempo? Si decís que será superado con el tiempo, aún estáis en conflicto. Podréis decir que tardaréis veinte días o veinte años el libraros del conflicto, el cambiar lo que sois, pero durante ese tiempo estaréis todavía en conflicto, y por lo tanto el tiempo no produce transformación.
Cuando utilizamos el tiempo como medio de adquirir una cualidad, una virtud o un estado del ser, no hacemos más que aplazar o esquivar lo que es; y creo que es importante comprender este punto. La codicia o la violencia causa dolor y perturbación en el mundo de nuestras relaciones con el prójimo, o sea en la sociedad. Y siendo conscientes de este estado de perturbación, que denominamos codicia o violencia, nos decimos a nosotros mismos: "me libraré de él con el tiempo; practicaré la no violencia, practicaré la no envidia, practicaré la paz". Ahora bien, vosotros deseáis practicar la "no violencia" porque la violencia es un estado de perturbación, de conflicto, y creéis que con el tiempo lograréis la "no violencia" y os sobrepondréis al conflicto. Pero, ¿qué ocurre en realidad? Os halláis sumidos en el conflicto y queréis lograr un estado en el que no haya conflicto. Pero ese estado de "no conflicto", ¿es el resultado del tiempo, de la duración? Desde luego que no. Porque mientras estáis luchando por conseguir el estado de "no violencia", seguís siendo violentos y, por lo tanto, estáis todavía en conflicto.
Nuestro problema es: ¿se puede superar un conflicto, una perturbación, en un período de tiempo, ya se trate de días, de años o de vidas? ¿Qué ocurre cuando decís: "voy a practicar la no violencia durante cierto período de tiempo"? No tendríais que practicar si no estuvieseis resistiendo al conflicto; y decís que la resistencia al conflicto es necesaria a fin de superar el conflicto, y para esa resistencia os hace falta tiempo. Pero la resistencia misma al conflicto sigue siendo una forma de conflicto. Gastáis vuestra energía en resistir al conflicto de lo que llamáis codicia, envidia o violencia, pero vuestra mente sigue en conflicto. Es importante, pues, ver cuán falso es el proceso de depender del tiempo como medio de superar la violencia, y, con ello, librarse de dicho proceso. Entonces seréis capaces de ser lo que sois: una perturbación psicológica, que es la violencia misma.
Para comprender algo, cualquier problema humano o científico, ¿qué es lo importante o esencial? Una mente tranquila, ¿verdad? Una mente que esté dispuesta a comprender. No una mente que sea exclusivista, que trate de concentrarse, lo cual sigue siendo un esfuerzo de resistencia. Si yo deseo realmente comprender algo, en seguida se produce en mi mente un estado de quietud. Cuando queréis escuchar música o contemplar un cuadro que os gusta, que os emociona, ¿cuál es el estado de vuestra mente? Se queda inmediatamente en calma, ¿no es así? Cuando escucháis música, vuestra mente no vaga por todas partes: escucháis. De un modo análogo, cuando queréis comprender el conflicto, ya no dependéis en absoluto del tiempo; os enfrentáis simplemente con lo que es, o sea con el conflicto. Entonces se produce en seguida una calma, una serenidad de la mente. Cuando ya no dependéis del tiempo como medio de transformar lo que es, porque veis la falsedad de ese proceso, entonces os enfrentáis con lo que es; y como estáis interesados en comprender lo que es, vuestra mente, de una forma natural, se calma. En este estado mental, y sin embargo pasivo, surge la comprensión. Mientras la mente esté en conflicto, censurando, resistiendo, condenando, no puede haber comprensión. Si quiero comprenderos, es evidente que no debo condenaros. Es, pues, esa mente tranquila, esa mente serena, la que produce la transformación. Cuando la mente ya no resiste, ya no elude, ya no descarta ni censura lo que es, sino que se encuentra simplemente alerta de un modo pasivo, entonces en esa pasividad de la mente, si ahondáis de veras en el problema, veréis que se produce una transformación.
La revolución sólo es posible ahora, no en el futuro; la regeneración ha de ser ahora, no mañana. Si queréis experimentar lo que acabo de decir, veréis que se producirá una regeneración inmediata, una cualidad de algo nuevo, fresco; porque la mente siempre está serena cuando está interesada, cuando desea o tiene intención de comprender. La dificultad para la mayoría de nosotros está en que no tenemos la intención de comprender, porque tenemos miedo de que, si comprendemos, podría producirse una acción revolucionaria en nuestra vida, y por eso nos resistimos. Es el mecanismo defensivo lo que actúa cuando nos valemos del tiempo o de un ideal como medio de transformación gradual.
Así, pues, la regeneración sólo es posible en el presente, no mañana ni en el futuro. El hombre que confía en el tiempo como medio por el cual puede lograr la felicidad, comprender la verdad o Dios, sólo se engaña a sí mismo; vive en la ignorancia y, por lo tanto, en conflicto. Pero el que ve que el tiempo no es la salida de nuestras dificultades, y por lo tanto está libre de lo falso, un hombre así, naturalmente, tiene la intención de comprender; su mente, por consiguiente, está serena espontáneamente, sin compulsión, sin prácticas. Cuando la mente está serena, tranquila, sin buscar respuesta ni solución alguna, sin resistir ni esquivar, sólo entonces puede haber regeneración, porque entonces la mente es capaz de captar lo que es verdadero; y es la verdad lo que libera, no vuestro esfuerzo por ser libres.


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martes, 21 de junio de 2016

PARA LLEGAR A DIOS


Sólo hay una existencia

por Swami VivekanandaUn extracto de: las cuatro vías del yoga para llegar a dios
Lad cuatro vías del Yoga
La totalidad del conocimiento humano procede de la experiencia. Al mirar a nuestro alrededor, ¿qué experimentamos? Un cambio continuo. La planta sale de la semilla, se convierte en árbol, completa el ciclo y vuelve a la semilla. El animal llega, vive durante un tiempo, se muere, completa el círculo. Igual que el ser humano. Las montañas también se derrumban, aunque despacio, los ríos se secan lentamente y la lluvia sale del mar y vuelve a él. En todas partes se completan círculos: nacimiento, crecimiento, desarrollo y decadencia, cada uno sigue al siguiente con precisión matemática. Ésta es nuestra experiencia diaria. En todo ello, tras esta vasta masa a la que llamamos vida, con millones de formas y figuras (desde el átomo más pequeño hasta el individuo más espiritual), encontramos una cierta unidad. Todos los días descubrimos que se rompe la pared que aparentemente dividía una cosa de la otra, y la ciencia moderna está reconociendo que toda la materia es una Conciencia que se manifiesta de diversos modos en diferentes formas; es la única Vida que lo impregna todo.
¿Qué somos tú y yo? Tú y yo formamos parte de la Conciencia cósmica, o Inteligencia cósmica. Esta Inteligencia cósmica es lo que la gente denomina Señor, Dios, Cristo, Buda, Brahman o Espíritu; es lo que los materialistas perciben como fuerza, y lo que los agnósticos denominan el infinito, más allá de lo explicable; y nosotros formamos parte de eso.
El alma humana forma parte de la energía cósmica más allá de la vida y la muerte. Tu alma no nació nunca y jamás morirá. El nacimiento y la muerte son sólo del cuerpo, porque el alma es eterna. El Alma Eterna se encuentra detrás de este pequeño universo de la naturaleza. Sólo hay una Existencia, un Ser, el Bienaventurado por siempre, el Omnipresente, el Omnisciente, el que no ha nacido, el que no muere. El cielo se expande mediante Su control, por Su control se respira el aire, por Su control brilla el sol, y por Su control vive todoÉl es la Realidad de la naturaleza, Él es el Alma de tu alma, lo que es más, tú eres Él, tú eres uno con Él.
Dondequiera que haya dos, hay miedo, hay peligro, hay conflicto, hay disputa. Cuando todo es Uno, ¿a quién podemos odiar, con quién nos podemos pelear? Cuando todo es Él, ¿contra quién puedes luchar?
Esto explica la verdadera naturaleza de la vida; esto explica la verdadera naturaleza del ser. Mientras sigas viendo muchos, seguirás en una ilusión. En este mundo de muchos, en este mundo permanentemente cambiante, el que ve el Uno, el que ve El que nunca cambia como el Alma de su propia alma, como su propio Ser, es libre, está bendito, ha alcanzado el objetivo. Por consiguiente, aprende que tú eres Él; tú eres uno con el Dios de este universo.
Todas estas pequeñas ideas de ser un hombre o una mujer, de estar sano o enfermo, de amar, odiar o tener algo de poder, no son más que alucinaciones. Supéralas. Aprende que cada pensamiento y cada palabra que te debilitan en este mundo son el único demonio que existe. El único mal que deberíamos rehuir es cualquier cosa que nos debilite y nos dé miedo. Permanece como una roca; tú eres el Espíritu Infinito. Repite: Yo soy Existencia Absoluta, Dicha Absoluta, Conocimiento Absoluto, yo soy Él, y, como un león que se libera de su jaula, rompe tus cadenas y libérate para siempre.
¿Qué te atemoriza, qué te domina? únicamente la ignorancia de tu verdadera naturaleza, de tu santidad; no hay nada más que te pueda atar. Tú eres el Uno Puro, el Siempre Bienaventurado. Por consiguiente, si te atreves, reivindícalo: da forma a tu vida a partir de ello. Tú eres uno con el Alma Eterna. Aprende que tú eres Él y da forma a tu vida en consecuencia, pues aquellos que saben esto y modelan sus vidas en consecuencia dejarán de sufrir en la oscuridad.

Todo es Dios

Todas las formas de energía cósmica, como la materia, el pensamiento, la fuerza y la inteligencia, son simplemente la manifestación de esa Inteligencia cósmica, o como lo llamaremos en adelante, del Señor Supremo. Todo lo que ves, sientes u oyes (todo el universo) es su creación, o para ser un poco más precisos, es su proyección, o para ser aún más precisos, es el propio Señor. Él es quien brilla como el sol y las estrellas. Él es la madre de la tierra; Él es el océano. Él llega con las lluvias suaves, Él es el aire que respiramos, y Él es quien funciona como fuerza en el cuerpo. Él es el público que está aquí. Él es la plataforma sobre la que me encuentro, y Él es la luz que me permite ver vuestros rostros. Él lo es todo. Él es a la vez el material y la causa eficiente de este universo; Él está implicado en la célula más pequeña, evoluciona en el otro extremo y se vuelve a convertir en Dios. Él es quien desciende, se convierte en el átomo más pequeño y, lentamente, despliega su naturaleza y se reúne de nuevo Consigo.
Éste es el misterio del universo. Tú eres el hombre, Tú eres la mujer, Tú eres el caminar seguro de la juventud orgullosa, Tú eres el viejo que camina con muletas. Tú eres todo, Tú eres todo, Señor. Ésta es la única solución del cosmos que satisface al intelecto humano. En una frase: nosotros nacemos de Él, vivimos en Él y regresamos a Él.

lunes, 6 de junio de 2016

Dios en todas las cosas

por Jeff Foster
Y esperando, he conseguido parat ti un final:
la presencia de Dios en todas las cosas.
— Goethe


Existe una poderosa quietud de la que brotan todas las cosas. Es una quietud que está más allá de las palabras. Sin embargo, a lo largo del tiempo, las personas han intentado nombrar lo innombrable. A esta quietud la han llamado Dios, el Tao, la Mente búdica, pero la quietud no es nada de todo eso. Desde siempre, las palabras no son más que meras indicaciones que apuntan hacia aquello de lo que es imposible hablar.

Por alguna razón, nos aterroriza esta quietud y nos pasamos buena parte de nuestra vida andando de puntillas para evitarla. La quietud es la vacuidad que lo devora todo: toda identidad, el pasado y el futuro, la esperanza, el miedo, el placer y el dolor. Sencillamente nos aterroriza perder nuestra humanidad y hundirnos en esta divinidad, aunque, ahí adentro, se encuentra nuestra salvación: morir, literalmente, en Dios —que es morir en todas las cosas porque todas las cosas son Dios.

Los árboles, los pájaros, las carreteras, los coches, la polución, la gente haciendo sus cosas todos los días, todo eso es Dios. El sufrimiento en los rostros de la gente, eso también es Dios. La sonrisa de la gente cuando se encuentra, las lágrimas cuando los seres queridos se separan, la rabia, la violencia, el miedo o el anhelo de deshacerse de todo eso, todo eso también es Dios. No existe nada —literalmente— que no sea Dios.

Por tanto, dividir a Dios con religiones, doctrinas e ideologías, y condensarlo en trozos del tamaño de las creencias sólo es idolatría. En cambio, esa división nunca es considerada idolatría sino «el camino hacia Dios». Todo camino hacia Dios implica que Dios no está ya aquí, ahora, y eso es negar al Dios que te está mirando directamente a los ojos en este preciso instante.
Mira a tu alrededor: ¿acaso no es esto Dios? Si no lo es, ¿dónde se Le puede encontrar? ¿Cuándo Lo vas a encontrar?

En vano buscas a Dios porque Lo tienes delante de ti, dentro de y siendo las cosas de este mundo. Alarga tu mano: ahí está la mano de Dios. Mira tus piernas: son las piernas de la divinidad. Ese pájaro que se acaba de posar en esa rama, ¿de verdad crees que eso no es una manifestación de Dios?
¡Mira! ¡Mira a tu alrededor! ¡Dios está en todo! Un Dios que no esté en todo es un Dios pequeño, un Dios de la mente, un Dios de creencias, religiones, pensamientos. ¿Acaso eso no se llama idolatría? ¿Acaso no se trata de un mero ídolo fabricado por la mente, fabricado por el hombre?

¡Deshazte de todo eso! Deshazte de todas las religiones, regresa a este momento y contempla al Dios que llevas buscando toda tu vida. Regresar al Ahora constituye la verdadera adoración, la verdadera oración, la verdadera meditación, la verdadera fe, porque sólo a Dios se Le puede ver, sentir, oír y experimentar ahora. ¿Sientes cómo respiras? ¿No es Dios el que respira a través de ti? ¿Sientes cómo te palpita el corazón dentro del pecho? ¿No es eso obra de Dios? ¿De verdad necesitas un futuro para poder encontrarlo? ¿No está contigo ahora mismo? ¿No te está mirando directamente a los ojos?


Dios me es más íntimo que yo mismo.
San Agustín