lunes, 6 de marzo de 2017

Advaita ― La enseñanza




por Ramesh Balsekar
Todo lo que hay es Realidad,
y toda ilusión, toda forma, toda sombra no puede ser
sino un reflejo de esa Realidad.
Ramesh Balsekar
Advaita (a + dvaita = no dualidad) quiere decir que la Fuente, sea cual sea el nombre que se utilice para ella (Energía Fundamental, Consciencia, Plenitud, Dios, etc.) es Unicidad, Unidad, No Dualidad. La manifestación que emerge de la Fuente está basada en la dualidad, es decir, la inevitable existencia de pares de opuestos polares interconectados: hombre y mujer, belleza y fealdad, bien y mal. En todo momento deben existir a la fuerza pares de opuestos interconectados de todos los tipos posibles. El sabio acepta la dualidad, que es el fundamento mismo de la vida, y permanece anclado en la paz y la tranquilidad mientras afronta, como cualquier otra persona, el placer y el dolor que le trae la vida. La persona corriente no acepta esta dualidad ―la existencia en todo momento de opuestos interconectados― sino que persigue un elemento del par buscando la exclusión del otro y, por tanto, es infeliz. El sabio acepta la "dualidad" de la vida; la persona corriente escoge entre los opuestos interconectados y vive en la infelicidad del "dualismo".
El hombre sabio ve cómo en el día a día se llevan a cabo elecciones entre los opuestos polares, pero es plenamente consciente del hecho de que en cada caso las elecciones tienen lugar de acuerdo con la programación del organismo en cuestión y, por lo tanto, no son decisiones tomadas por una entidad individual. Por consiguiente, el sabio siempre está en armonía con la Fuente. Cuando el destello de Comprensión Final tiene lugar, no es improbable que el individuo tome consciencia plena de la totalidad indivisa del universo y perciba con claridad que el espectro de opuestos polares es una gran ilusión, como una pelea fingida entre amantes en una obra de teatro. El resultado puede ser un ataque incontrolado de risa o un intenso llanto.
Con sólo permanecer plenamente conscientes de esto, la vida deja de ser un continuo proceso de elegir, comparar, juzgar, culpar y alabar en el que el estado de Testigo ―la observación impersonal que resulta de la aceptación de Lo-Que-Es― se da sólo en contadas ocasiones. (Seguir leyendo)

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